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Papel higiénico por la cara

Nos llega esta noticia que beneficia tanto al medio ambiente como a la economía y al respeto hacia los demás.

China ha implementado máquinas de reconocimiento facial para evitar que los usuarios se lleven los rollos de papel higiénico de los baños públicos.

Por ZIGOR ALDAMA / Colpisa

Cualquiera que haya visitado China sabrá que los baños públicos del país más poblado del mundo son un verdadero desafío. Aunque en los últimos años ha habido mejoras, la falta de higiene en muchos de ellos sigue siendo evidente, lo que convierte la experiencia en algo incómodo. Existen diferentes tipos de baños —los de estilo occidental, con asientos, incluso suelen llevar instrucciones para que los usuarios no se suban a la taza—, pero hay algo que todos tienen en común: la ausencia de papel higiénico.

La población local está acostumbrada a esta situación y nunca entra en un baño público sin llevar consigo un paquete de pañuelos de papel. Sin embargo, los extranjeros suelen sorprenderse por esta falta de algo tan esencial. Al parecer, la escasez de papel higiénico no se debe a la desidia de quienes gestionan los baños, sino a los hábitos de algunos usuarios, quienes, cuando ven un rollo de papel, no pueden evitar llevárselo. En algunos lugares, el papel desaparece en apenas veinte minutos tras haber sido repuesto.

Ahora, en el turístico Templo del Cielo en Pekín, se está probando una solución que, si funciona, podría extenderse a todo el país: las autoridades han instalado máquinas de reconocimiento facial en los baños del parque que rodea al templo. Estas máquinas dispensan 60 centímetros de papel después de escanear el rostro del usuario durante tres segundos. Si alguien necesita más, deberá esperar nueve minutos antes de poder recibir otra cantidad, tras volver a escanear su cara.

"Evaluamos diferentes métodos: huellas dactilares, reconocimiento facial e infrarrojos. Al final, optamos por el reconocimiento facial, ya que es el método más higiénico", explicó Lei Zhenshan, director de marketing de la empresa china que diseñó el sistema. Por el momento, se han instalado seis máquinas, cada una con un coste de 700 euros, lo que ha suscitado algunas críticas.

Algunos usuarios también expresan su descontento, señalando que la cantidad de papel dispensada es insuficiente y que esperar nueve minutos para obtener más resulta poco conveniente.

A pesar de esto, las autoridades de Pekín consideran que la medida es adecuada. Otros intentos de solucionar el problema no han tenido el éxito esperado. Por ejemplo, en el parque Taoranting, los dispensadores automáticos sin reconocimiento facial han reducido el consumo de papel en un tercio desde 2011, pero aún se utilizan alrededor de 20.000 rollos al año. "La gente espera a que reemplacemos el papel y se lo lleva porque es gratis", comenta el responsable del parque. Ahora, los usuarios deberán mostrar su rostro para obtener papel.

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